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La obligación de tratar bien a nuestros mayores

Tratar bien a las personas mayores antes que una obligación o imperativo, es un modo de relación personal y social que pretende un objetivo deseable para cualquier persona, que no es otro que una vida feliz. Con frecuencia, los responsables políticos centramos nuestro trabajo y gestión en generar normas que aseguren un mínimo de bienestar y justicia a todas las personas. Y está bien que así sea. Pero la jornada de hoy dedicada a las personas mayores, creemos que pretende más; pretende por un lado, concienciar a los propios mayores de su derecho a no conformarse con menos que el resto y aspirar a una vida lograda; por otro es una excelente oportunidad para impulsar el buen trato a nuestros mayores en las relaciones privadas-familiares, en las políticas sociales y como no, en los ámbitos asistenciales sanitarios y de servicios sociales. Para lograrlo debemos avanzar en cinco direcciones:


 

1.Mejorar la “estima” personal y social a los mayores.

El deseo de vida lograda se apoya necesariamente en la autoestima personal, en la conciencia de  ser valiosos, de poseer cualidades y capacidades personales que nos permiten hacer aportaciones que mejoran el bienestar personal y social de los que nos rodean.

Las personas mayores son un colectivo heterogéneo, mayoritariamente independiente  que aporta recursos personales, sociales y económicos muy importantes. Sin embargo existe una percepción distorsionada y se les identifica con  fragilidad,  enfermedades, y en consecuencia, como una carga social. Las representaciones sociales generan una clara infravaloración de la vejez que dificulta a las personas mayores a aspirar a un proyecto de autorrealización personal, renunciando a relaciones basadas en el buen trato y en la estima personal y admitiendo situaciones de infravaloración, instrumentalización o indiferencia con demasiada frecuencia. Por ello, la primera tarea es recuperar la estima social y fortalecer la autoestima de las personas mayores que les impulse asertivamente al reconocimiento de sus derechos y promueva el deseo de proyectos personales y sociales de bienestar.

2.Comprometernos en el reconocimiento real de su  “dignidad” , evitando las situaciones de malos tratos

La dignidad es la categoría ética fundamental, cuando hablamos de las obligaciones que tenemos para con las personas. Puede merecer la pena recordar la definición de dignidad, tal como es expresada por Kant: es digno quien posee un valor incondicionado que le hace ser fin en sí. Quien tiene dignidad puede reclamar ser tratado siempre como fin, es decir como un valor absoluto que en ningún caso se puede lesionar y nunca como puro medio, es decir como valor puramente instrumental para lograr otros beneficios. 

 Existen diversos modos de tratamiento y relación que  atentan contra la dignidad personal y por ello las consideramos como un trato indigno o maltrato. Acabar con ellos ha exigido y exige los desarrollos jurídicos necesarios que aseguren su protección en aquellas circunstancias en que los mayores pueden estar en riesgo. Pero no es suficiente con el marco legal. Por esa razón, nos pareció una oportunidad la Proposición No de Ley aprobada en el Parlamento Vasco instando al Departamento de Empleo y Políticas Sociales a elaborar un protocolo que fuera más allá y ayudara a la prevención, detección e intervención de situaciones de malos tratos en las personas mayores. El protocolo ya ha sido elaborado y presentado en mayo del 2014 y actualmente está en un proceso de validación en servicios sociales y sanitarios de diferentes localidades con el objetivo de implantarse de manera generalizada en breve tiempo. 

3.Respetar y promocionar  su autonomía personal

El respeto a una persona mayor, a su dignidad supone su reconocimiento como persona capaz y autónoma para gestionar su vida. La autonomía de una persona puede verse afectada por su situación de “dependencia funcional” o vulnerabilidad, pero es necesario no considerarle por ello incapaz de decidir sobre su vida. 

Una persona es autónoma cuando vive de acuerdo a su modo de ser propio, a su proyecto de autorrealización, al código moral que determina sus valores y obligaciones. El respeto a la autonomía, entendida como evitar aquellas situaciones que cercenan la capacidad de las personas mayores para gestionar con libertad y responsabilidad su vida, supone: no utilizar engaños, manipulaciones y coacciones que pueden limitar y condicionar, e incluso eliminar, la voluntad personal; Facilitar apoyos e información completa y comprensible de lo que le afecta para poder decidir con libertad y responsabilidad; facilitar la expresión y el respeto a sus valores y decisiones; protegerle en su intimidad y privacidad incluso en aquellas situaciones en que debe ser atendido por diferentes personas y ámbitos.

4.Impulsar la inclusión de los mayores en los ámbitos de participación ciudadana

Una atención correcta a los mayores incluye el reconocimiento de su condición de ciudadanía. Para ello los mayores tienen que poder participar en el espacio público y su perspectiva debe ser tenida en cuenta en los procesos políticos de deliberación sobre la gestión del bien común. Lo frecuente es la consideración de los mayores como objeto de atención de las instituciones públicas. Considerarles sujetos protagonistas de la construcción social requiere hacer efectivo entre nosotros el paradigma del Envejecimiento Activo propugnado por la OMS, aprobado por Naciones Unidas y destacado por la Unión Europea.

5.Proteger  la vulnerabilidad y atender las necesidades de manera integral.

Por último, no podemos obviar que un número importante de personas mayores necesitarán intervenciones y cuidados más intensos y especializados en breve tiempo. Para ello deberemos de procurar recursos que impidan situaciones de discriminación en la asistencia sanitaria y fomenten su protección en caso de incapacidad. Impulsar la investigación y la asistencia geriátrica y gerontológica de calidad, es sin duda una obligación moral para que el acceso de los mayores a las prestaciones sanitarias sea en condiciones de igualdad, evitando diagnósticos tardíos, infra o sobretratamientos ineficaces que empeoran la calidad de vida y fomentando los apoyos necesarios para una atención integral y coordinada a las personas mayores que permita un seguimiento y control de sus tratamientos y cuidado.

En aquellos ámbitos en que la persona no pueda gestionar su dignidad, se deberá asegurar su protección de manera personalizada. El buen trato incluye conocer sus valores y preferencias, registrarlas, impulsar el establecimiento de directrices previas y autotutelas, y ayudar a los profesionales y representantes a decidir conforme a los mismos. 

Por último en la situación actual es imprescindible incluir en la obligaciones de “buen trato” con las personas mayores la coordinación entre los diversos ámbitos de intervención (social y sanitario) y los diferentes niveles dentro de esos ámbitos (comunitario y especializado). No es infrecuente que la falta de cooperación y colaboración genere altas dosis de confusión, desorientación, e incluso lesiones a las personas mayores. Dicha obligación nos ha llevado a la implantación y desarrollo del Plan estratégico de coordinación socio-sanitaria que incluye diversas acciones con un mismo objetivo: el centro de la atención es la persona mayor y deberán ser los profesionales, los sistemas, las estructuras socio-sanitarias las que han de adaptarse para que la atención sea integral y de calidad.

Celebremos esta Jornada con agradecimiento, reconocimiento y respeto a nuestros mayores conscientes de que en ello se juega la calidad humana de nuestra sociedad y nuestra capacidad de avanzar en modelos de integración social que permitan a cada ciudadano/a lograr “su autorrealización personal, con y para otros en instituciones justas” en palabras de P Ricoeur.

Jon Darpón, Consejero de Salud del Gobierno Vasco

Juan Mari Aburto, Consejero de Empleo y Políticas Sociales del Gobierno Vasco

 

Amigabilidad, envejecimiento activo y ciudadanía.

El movimiento de amigabilidad de los entornos con las personas mayores nace promovido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2005 en el XVIII Congreso mundial de Gerontología de Rio de Janeiro bajo el nombre de Age-Friendly Cities. El ideólogo de esta iniciativa el Dr. Alexandre Kalache, en aquel momento Director del Programa Ageing and life course de la OMS, puso en marcha este programa fundamentándose en dos tendencias características de la población mundial contemporánea: el envejecimiento demográfico y el proceso de urbanización. Vivimos en sociedades cada vez más envejecidas y entornos cada vez más urbanizados, grandes ciudades. Esta iniciativa nace desde el intento de dar respuesta a estas dos tendencias, con el objetivo principal de aprovechar al máximo el potencial que ofrecen los ciudadanos de más edad. Se busca promover un gran proceso de participación ciudadana protagonizado por las personas mayores como generadoras de bienestar.


 

“Una ciudad amigable con las personas mayores es un entorno urbano integrador y accesible que fomente un envejecimiento activo.” Esta iniciativa se basa en la teoría que subyace bajo el este paradigma que fue definido en 2002 (II Asamblea Mundial del Envejecimiento) en el documento “Envejecimiento activo, un marco político”. Este paradigma, de tan grandes dimensiones, ha sufrido un proceso de cierta banalización desde entonces y ha sido asociado a cualquier actividad dirigida a las personas mayores que tuviera un enfoque “positivo”, “activista”, convirtiéndose en un calificativo que se asocia a programas donde se otorga un rol de mero espectador, consumidor o usuario a la persona mayor, dejándose de lado su faceta vinculada a la implicación en las actividades y en la toma de decisiones, la participación.

En el programa de amigabilidad, por primera vez, son las personas mayores las protagonistas de un proceso de generación de bienestar que va a revertir en nuestra vida cotidiana, que va reclamar una recuperación más racional de los espacios públicos, de las relaciones entre los ciudadanos, de las transferencias de cuidados… de todas esas pequeñas cosas que hacen que la vida cotidiana en la ciudad sea un poco más humana y más satisfactoria para todos.

El programa se inició con la realización de 33 pilotos en ciudades de todo el mundo, desde Nueva York, Río de Janeiro, Tokio, Estambul o Kenia, para medir su grado de amigabilidad. A partir de esta investigación se elaboró la Guía: Ciudades Globales Amigables con los  mayores que se hizo pública el 1 de Octubre de 2007 con motivo del Día Internacional de las personas mayores. Esta Guía, junto con el protocolo de Vancouver, ha servido de base metodológica para el desarrollo de la primera fase de diagnóstico en otras ciudades a nivel mundial.

Desde entonces se ha ido configurando una Red de Global de Ciudades y Comunidades amigables coordinada por la OMS. En España el IMSERSO firmó un convenio de colaboración con esta entidad para crear una Red Iberoaméricana de Ciudades y Comunidades amigables con las personas mayores donde aunar todas las iniciativas de España y Latinoamérica. En el I Congreso Internacional sobre ciudades y comunidades amigables, celebrado en Irlanda en septiembre de 2011, alcaldes y autoridades locales representantes de 38 municipios de todo el mundo firmaron la Declaración de Dublín. Esta Declaración contiene los valores y principios en los que se comprometen los municipios que se adhieren a esta iniciativa. En Junio de este año 40 ciudades más firmaron este compromiso en la A.H.A. Conference. En septiembre de 2013 se celebró en Quebec el II Congreso Internacional de Ciudades y Comunidades Amigables bajo el lema: Viviendo y envejeciendo juntos en nuestra comunidad.

El desarrollo de esta iniciativa en los municipios se caracteriza por seguir una metodología de trabajo marcada por la OMS en 4 fases, siguiendo un ciclo de mejora continua (1. Planificación, 2. Implementación, 3. Evaluación, y 4. Mejora continua). Este proceso se rige por los postulados de la investigación-acción en base a ocho áreas de intervención: espacios al aire libre y edificios, transporte, vivienda, participación social, respeto e inclusión social, participación cívica y empleo, comunicación e información, y servicios sociales y sanitarios. Situando al envejecimiento en el centro de las decisiones políticas, actuando en ámbitos que van más allá de los servicios sociales o la sanidad, desde una perspectiva integradora y transversal. La metodología de trabajo se basa, además, en el acercamiento “Bottom up”, de abajo a arriba, por el que la participación de la ciudadanía en general y las personas mayores en particular es la base principal que sustenta este proyecto.

La iniciativa nació con el nombre Age-Friendly Cities, pero su desarrollo y evolución resultaron en un cambio de nombre, sustituyendo Cities por Environments, entornos, ya que todo tipo de espacios podrían adherirse al movimiento y mejorar en amigabilidad.

La primera ciudad española en formar parte de la Red Mundial de la OMS fue Donostia-San Sebastián. Ciudad adherida en 2009 tras elaborar un detallado y preciso Informe sobre su grado de amigabilidad, que concluyó con casi 200 propuestas de mejora generadas en los grupos focales. En estos momentos el Ayuntamiento está revisando y validando este documento para la elaboración del Plan de Acción sobre amigabilidad de la ciudad.

El Departamento de Empleo y Políticas Sociales del Gobierno Vasco se ha unido al movimiento de amigabilidad promoviendo la participación ciudadana para la mejora de barrios y entornos de Euskadi a través de su proyecto Euskadi Lagunkoia. En este proyecto se pretende generar una red de iniciativas de amigabilidad en el País Vasco. De esta forma se están realizando programas pilotos en diferentes municipios para generar herramientas comunes que puedan ser utilizadas por el resto, además de fomentar la adhesión de otro tipo de entidades que realicen iniciativas a favor de la amigabilidad.

Sin duda, en estos 8 años de andadura desde que se lanzó el programa el avance ha sido extraordinario. El apoyo de la OMS, como organismo internacional de referencia, del IMSERSO-CEAPAT a nivel Estado, y de todos los municipios y entornos que se han sumado a esta iniciativa, tanto a nivel internacional como nacional, ha sobrepasado todas las expectativas generadas y ha supuesto una enorme apuesta por un programa versátil y flexible que se adapta a todo tipo de entornos en el que el objetivo común es generar un movimiento ciudadano de innovación y corresponsabilidad social para mejorar la amigabilidad de los entornos con las personas mayores como protagonistas.